Elecciones 2009 A quien votar?
No recuerdo otras elecciones en las cuales haya recibido tantos correos electrónicos a favor y en contra de tantas opciones para elegir.
Es algo común percibir que las promesas no se cumplen, y que la pirotecnia verbal y la falta de debate de ideas a la que nos tienen acostumbrados nuestros políticos, desalientan la participación y el compromiso cívico que implican las elecciones.
Desde 1983, año en que retornó la democracia, vivimos en libertad. Y nuestra generación la heredó, quienes vivimos nuestra infancia bajo la dictadura y tenemos el documento de identidad con todos los sellos, somos quienes debemos velar por mantener la democracia.
Como toda herencia, se puede despilfarrar o acrecentar. La democracia nos “vino de arriba”, casi nos fue regalada.
Cada dos años hay un día en el que vamos a votar, en la soledad del “cuarto oscuro”, nuestra decisión afecta al conjunto. Es el momento en el que somos un país.
Por eso la responsabilidad de votar es enorme, tanto si gana o pierde nuestro candidato. Votar a conciencia, no por la cara, por la labia, por la simpatía, por el spot publicitario.
Votar es informarse de la plataforma política de nuestros candidatos.
La plataforma política es, conforme la ley de partidos políticos, el plan de acción del partido político. Es como una especie de constitución, de compromiso que se asume con nosotros, el electorado.
No escapa al conocimiento de gran parte de los lectores, que se rumorea con la posibilidad de un fraude, y del Apocalipsis si el oficialismo no gana las elecciones.
Vendrá a la memoria de unos cuantos, la imagen del helicóptero y De la Rua, o el helicóptero e Isabel Martínez de Perón.
Cuidado: no pretendo avalar o repeler, ni de modo alguno influir en el voto de nadie.
La intención de estas anotaciones es una: Generar responsabilidad cívica.
Votar es un acto fundamental de nuestra vida republicana, que debe hacerse con conocimiento y voluntad. Lo sé. Es difícil creer en los políticos, y este fenómeno se repite en muchas partes del mundo, la literatura, el cine, la realidad nos muestra que generalmente se trata de personajes en los que es difícil confiar.
El brillante Sir George Bernard Shaw escribió esta breve frase: "A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido... y por las mismas razones."Esa frase no se aplica en nuestra política. Es fácil advertir que siempre se trata de los mismos, o que los nuevos tienen un pasado común con algunos de los que casi no están, pero siguen ahí.
Parte del descrédito de los políticos viene de su facilidad para cambiar de partido o de doctrina.
Entiendo que es razonable no creerles, como también creo que es natural que cambien de ideas porque a veces, y recalco lo de “a veces”, es un cambio honesto.
Tendemos a pensar que los políticos mudan sus ideas según su conveniencia. Y en muchos casos es así.
Pero hay una verdad mucho más profunda, que nos atañe directamente: Tenemos los políticos que nos merecemos. Ellos son nuestro reflejo, el reflejo del electorado.
Y volvemos a lo mismo.
La responsabilidad al momento de votar. Porque si queremos un cambio debemos, primero pensarlo bien, investigarlo, estudiarlo, luego votarlo y después, si llega al cargo, exigirle.
Exigirle que cumpla con su palabra, con su plataforma, que se esmere, porque lo vamos a vigilar. Exigirle de todos los modos posibles.
Tenemos una herramienta fundamental en Internet, con los foros, los blogs, que son en cierto modo una prolongación de nuestro derecho a expresar lo que pensamos.
Votar no es perder el tiempo un domingo para tirar un papelito al azar en la urna, votar es un acto que nos afecta inmediatamente a nosotros y a nuestros hijos, y la democracia es una herencia que debemos acrecentar y mejorar para nuestros sucesores.
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